Sensación

... y si te vas,
mis ojos, cual pasto en madrugada,
mis ojos, repletos de tiempo,
enceguecidos vagarán a la espera del último tren...

Q-U-E-S-E-J-O-D-A

“Es el amor. Tendré que ocultarme o que huir” J. L. Borges

No alcancé…
El amor, como la muerte, sobreviene sin preguntar.
Cuando inquiere, cuestiona, “prueba”, analiza, racionaliza, operacionaliza, es sólo una mala copia.
Cuando estás “en estado”, una buena prueba es que puedes escribir acerca de “él” sin la mueca sarcástica, sin la resistencia que provoca estar alejado de…

Hoy recordaba… una conversación, hace unos cinco años:
- Si, si el amor es el concepto “light” de las conversaciones profundas… Si hablas de eso, es que no tienes cabeza para elaborar otros conceptos, ideas. Es lo más fácil, he ahí la gracia: cualquier pelotudo puede sentir. No cualquiera puede pensar. -

Bueno, heme aquí, otra pelotuda entre millones de pelotudos, fumando el cigarro que juraba de guata que jamás fumaría, y tomando el café que jamás tomaría, y sintiendo lo que nunca imaginé que sentiría, y escribiendo de lo que nunca en la vida escribiría, y estudiando lo que jamás pensé que estudiaría, en la universidad de los curas a la que jamás entraría [salir de un colegio, para entrar a un colegio más grande? Nooo!! O_o], y amando al género al que “no debería” [ya es convención decir: no, si yo soy super tolerante, y bla! Mentira esa wea, algún día haré una investigación seria, para enrostrar la falacia del “open mind chilensis”], y viviendo la vida que nunca, jamás, nunca de los nuncases-jamases-otrases, viviría…

¿Y? Este es el cigarro que me quiero fumar, el café que me quiero tomar, esto lo que quiero escribir… en definitiva, es la vida que quiero llevar… y si a alguien no le gusta, que se joda. Con sus nueve letras.

Esos días

Es de esos días en que a nadie me nace dedicarle palabras
en que sólo quiero estar acostada mirando el techo
[y claro, es de ésos en que tampoco tengo culpa alguna por estar de ociosa]

Es uno de esos días en que el pasado se aparece sin preguntar
que entre sueños-de-vigilia los años me tironean de la manga del chaleco.

Es de aquellos días en que mi pieza es un desorden completo,
y no me importa, es más,

duermo largas horas sobre la cama deshecha,
sobre los cuadernos desparramados,
encima del espejo y las pinzas,
la ropa sucia,
el control remoto y el teléfono.

Es uno de esos compilados de 24 horas
en que la misantropía aflora
y el lado b hace atisbo de sacar las garras.

Es de esos… en que me pregunto qué estoy haciendo con mi vida.
Y, obviamente, en que no me interesa la respuesta.